El hijo de Marta Sáez sufrió mucho durante el servicio militar, y fue entonces donde se manifestó su enfermedad mental. Después de una infancia complicada, y de ir observando con el paso de los años signos de que requería una atención especial, en el cuartel de Zaragoza “se le cruzaron los cables”, como afirma Marta. “El solo quería volver a casa, porque se sentía muy mal, pero las normas lo impedían”, recuerda. 

De Asasam, una asociación que conoció hace más de 20 años “cuando era un chiringuito muy pequeñito”, destaca el servicio que siempre ha prestado a usuarios y familiares. Marta acude a todas las actividades formativas que puede, porque “nos aportan una formación muy útil para conocer más sobre la enfermedad mental”.

También cree que la sociedad va poco a poco superando los prejuicios, gracias al trabajo de tantos voluntarios de Asasam, entre otros motivos. “Hay que valorar muchísimo a la actual junta directiva, pero también tienen que salir otra gente para garantizar el relevo”.

Respecto a los objetivos de futuro, muestra su deseo de que “pongan un centro de día por aquí, que vendría muy bien”. Apuntado queda.